domingo, 22 de septiembre de 2013

LOS HABITANTES PALEOLÍTICOS DE LA FUENTE DEL TRUCHO

LOS HABITANTES PALEOLÍTICOS DE LA FUENTE DEL TRUCHO

Este trabajo es un fragmento de la ponencia que presentó Pilar Utrilla Miranda en los Cursos de Verano de la UNED de Barbastro del año 2007,  de titulo ¿Quiénes pintaron?: los habitantes del río Vero en el Somontano Oscense: del Paleolítico  Superior al Calcolítico.

La Fuente del Trucho se sitúa en el barranco de Villacantal en la margen izquierda del río Vero a 20 minutos de su cauce permanente y junto a la fuente que le da nombre. Se trata de una cueva poco profunda, con una gran boca de 22 m. de ancho orientada al SE, que da acceso a una amplia sala de 24 m. de profundidad dividida en dos lóbulos disimétricos. Esta cueva, que ya había sido visitada por exploradores de la Sierra de Guara como Pierre Minvielle, se dio a conocer al mundo científico en 1978 cuando un equipo del Museo de Huesca y de la Universidad de Zaragoza, dirigido por Vicente Baldellou, descubrió la existencia de pinturas. Este lugar, tras dudar entre otros nombres como “Espluga da Ventaneta”, pasó a denominarse la Fuente del Trucho, en alusión al agujero existente sobre la gran boca y a la fuente que mana cerca de ella.

El estudio de sus manifestaciones gráficas comenzó a realizarse en los años ochenta por parte de V. Baldellou y A. Beltrán, quienes publicaron los primeros avances; después, en los noventa, Baldellou trabajó con R. Viñas, realizando minuciosos calcos, algunos todavía inéditos; finalmente, a partir del 2000, Baldellou está ultimando la documentación fotográfica con S. Ripoll, F.J. Muñoz y P. Ayuso.

Las excavaciones de su ocupación arqueológica fueron realizadas durante los años 80 por A. Mir sobre los niveles musterienses (1) y por P. Utrilla y L. Montes en 2005 en los del Paleolítico Superior, momento al que hay que asignar las pinturas y los grabados. Concretamente se ha trabajado en la misma zona que P. Utrilla sondeó ya en 1980, al pie de los grabados exteriores, donde la presencia de un nivel fuertemente brechificado le obligó a paralizar la cata tras haber obtenido algunas laminillas de dorso que descartaban la ocupación musteriense y daban indicio de la presencia de un Paleolítico Superior. Un segundo sondeo se ha realizado en la zona interior, en este caso bajo un panel de pinturas con signos trilobulados, manos y un cáprido. En ambos casos, se ha trabajado en áreas periféricas con respecto a la gran cata de la excavación musteriense (1) de A. Mir que se ha respetado intacta a la espera de la memoria de sus cinco campañas de excavación. No obstante, se ha cuadriculado la zona a excavar siguiendo el punto cero y prolongando las coordenadas de la excavación de A. Mir. Jorge Angás ha realizado un excelente plano topográfico tomando 2500 puntos de suelo y techo, con curvas de nivel a 10 cm. y directoras a 40 cm, situando con extrema precisión no sólo los materiales de la zona excavada  sino también las pinturas y grabados de las paredes (Fig. 1).



Fig. 1. Planta del suelo de la Fuente del Trucho con indicación de las zonas excavadas en 2005 al pie de los grabados (izquierda) y pinturas (derecha). En trama la cata musteriense de Anna Mir de los años 80.


Existen dos zonas bien definidas en la Fuente del Trucho: el panel exterior de los grabados, en posición vertical y a la luz del sol, y la zona de pinturas, ubicada en el interior en semipenumbra. El panel de grabados, en el lóbulo menor de la caverna al pie de la oquedad circular que da nombre  a la cueva, permite reconocer en posición central una gran figura de oso, hecho un ovillo en posición de hibernada, una cabeza de un segundo oso y dos zarpas del mismo animal. A la derecha se reconocen dos cabezas de caballo y una de cérvido, posiblemente un reno, enmarcado entre los dos équidos.
La cronología, basada en los temas del bestiario y en el estilo de las figuras, es difícil de precisar: la técnica de grabado, exterior, tosco y de trazo profundo, nos lleva a una cronología antigua, gravetiense; el tema de los osos y sus zarpas nos recuerdan modelos franceses del otro lado de los Pirineos (existe una zarpa similar en Niaux) o de santuarios exteriores cantábricos (Venta de Laperra, por ejemplo), pero la asociación de caballos y renos (si el cérvido lo fuera) es un tema recurrente del Magdaleniense avanzado, tal como se documenta en las cuevas de Trois Frères, Tito Bustillo o Las Monedas. En los sondeos practicados al pie de los mismos P. Utrilla y L. Montes han localizado algunas hojitas de dorso paleolíticas y varias cubetas subcirculares excavadas en el suelo las cuales han sido datadas por radiocarbono de comienzo de la ocupación musulmana en la zona. Los escasos elementos líticos de época paleolítica (hojitas de dorso), tanto convienen  a un gravetiense como a un magdaleniense por lo que no sirven para precisar la datación de los grabados
El segundo lóbulo, en un ambiente de penumbra, presenta sus paredes y techo cubiertos con pinturas, la mayoría de color rojo. El suelo presenta la roca desnuda en una gran parte de la sala, a excepción de la zona central y la pared de la derecha, bajo los signos trilobulados. En este lugar realizamos en 2005 los sondeos arqueológicos que vamos a comentar. El sondeo afectó a 9 m2 de superficie pero la excavación sólo entregó niveles revueltos en los 50 primeros cm. de profundidad sondeados. La presencia de rebaños en la cueva y de sus pastores (que les han abierto paso entre los sedimentos) así como las extracciones de tierra fértil para abonar los huertos cercanos, ha podido provocar  la remoción total de los niveles e incluso el vaciado de los mismos.


No tenemos por tanto datos estratigráficos en Fuente del Trucho pero sí una gran cantidad de datos tipológicos que nos aportan los materiales obtenidos. Se han obtenido 268 piezas retocadas de sílex, de las cuales 136 encajan en momentos del Paleolítico Superior y 151 lo harían en el Paleolítico Medio. En esta etapa se observa el dominio de las raederas, especialmente simples y transversales seguidas de una presencia aceptable de denticulados y de cuchillos de dorso. Los tipos Quina, carenados y con retoque escaleriforme, acaparan casi la mitad de las raederas transversales (Fig. 2).

Fig. 2. Raederas dobles convergentes y transversales tipo Quina de la ocupación musteriense.

El inventario tipológico de las piezas atribuibles al Paleolítico Superior entrega una preferencia por los raspadores planos (14 casos) acompañados de los carenados (8) y de los de hocico (4), lo que nos lleva a sugerir, junto a la existencia de algunas láminas estranguladas, la presencia de gentes auriñacienses en el yacimiento, vinculadas quizá a las pinturas de manos y series de puntos (Fig. 3).
 

Fig. 3. Piezas de tipología atribuible a un Paleolítico Superior Inicial.

Los tipos nucleiformes entregan 9 ejemplares todos ellos de muy pequeño tamaño, sobre núcleos agotados. Los perforadores aparecen en 4 piezas, dos de ellos múltiples, casi en estrella, del tipo habitual en el Magdaleniense. Los buriles diedros se detectan en 7 casos claros y en 8 los trabajados sobre truncadura, uno de ellos múltiple (3 facetas en golpes laterales) sobre las dos truncaduras, al estilo de los buriles de Noailles, a pesar de que su gran tamaño y el espesor de la pieza no permiten clasificarlo estrictamente como tal.
Las puntas y láminas de dorso aparecen en 21 ejemplares destacando alguna punta de la Gravette y microgravettes, una punta de Vachons y dos pequeñas puntas con pedúnculo central destacado que conviene más al tipo Teyjat (de pedúnculo corto y pequeños retoques abruptos) que al perigordiense de la Font Robert (de pedúnculo largo) 12 hojitas de dorso, algunas de ellas de truncadura oblicua completan el Grupo Perigordiense. Las láminas de retoque simple aparecen en 15 piezas, algunas de ellas de tipo estrangulado e incluso de tipo “auriñaciense” a las que hay que añadir 4 piezas esquilladas (écaillées) de forma cuadrangular, bastante frecuentes en momentos del Paleolítico Superior Inicial. Se han computado 7 piezas denticuladas (dos de ellas gruesos pics) con morfología que recuerda más al Paleolítico Superior que al Medio, aunque es francamente difícil discriminar entre ambos.
La industria ósea recogida en este sondeo ha entregado un fragmento de azagaya de sección subcircular un fragmento de diáfisis de sección longitudinal con extremo redondeado y pulido, muy similar a un ejemplar aparecido en el gravetiense de Reclau Viver (Rueda, 1987, 231, fig. 2.2) y dos curiosas piezas que no merecen una clasificación tipológica pero que pudieran revestir cierto interés: una esquirla ósea quemada “tallada” en forma de punta de pedúnculo y un fragmento alargado de diáfisis que presenta adherido a su fuste un elemento cortante en forma de hojita. Un dentalium es el único elemento de adorno detectado en esta zona
   En cuanto a la presencia de gentes solutrenses en el yacimiento queda refrendada por la aparición de dos puntas de escotadura de tipo Parpalló, una de ellas casi completa e idéntica en su tipometría a las halladas en la vecina cueva de Chaves (Fig. 4, nº 13 y 14). A ellas debe sumarse la presencia de un fragmento de punta de retoque plano. (Fig. 5, nº 11).
Fig. 5: Puntas de dorso (7, 8, 15), de escotadura (9 y 10), de retoque plano (11) puntas pedunculadas (12 y 13), dorso+truncadura oblicua (14), perforadores múltiples (16) buriles diedros (17 y 18) y microrraspadores (19 y 20).

En cuanto a la fauna recogida en el yacimiento, una primera determinación de Fernanda Blasco ha entregado una mayor presencia de sarrio, algo de cabra y caballo, bastante más de conejo y contadas piezas de jabalí (dos restos) y zorro (sólo uno), junto a la existencia de diversos tipos de aves. Es decir, especies de roquedo y bosque llamando la atención la ausencia, por el momento, de ciervo, tantas veces representado en las pinturas levantinas de su entorno y que constituye el animal más cazado en otros yacimientos prepirenaicos supuestamente contemporáneos como la Arbreda E y D, Castell sa Sala, Bora Gran o Roc de la Melca (Estévez, 1987). La mayor presencia  de sarrio, por otra parte, recuerda el dominio de este animal en el nivel Magdaleniense Medio de la cueva de Abauntz (Arraiz), en el Prepirineo navarro.
En resumen, el material revuelto del sondeo efectuado al pie de los signos trilobulados nos indica lo siguiente:
1.    Existe realmente un claro asentamiento musteriense en la cueva de la Fuente del Trucho clasificable, al menos en nuestro material revuelto, como un Musteriense charentiense de tipo Quina. En nuestra opinión, las clasificaciones iniciales de V. Baldellou y A. Mir que detectaron niveles musterienses en el yacimiento eran correctas, descartando en cambio las complicadas atribuciones de “preludio badeguliense” para explicar las fechas recientes (Mir y Salas, 2000).
2.    Existe una presencia real de gentes del Paleolítico Superior Inicial, ya sean auriñacienses (raspadores carenados y de hocico, láminas estranguladas) o gravetienses (puntas de dorso, piezas esquilladas, quizá algunos buriles múltiples sobre truncadura). A ellos conviene la tipología de la mayoría de las pinturas (manos y series de puntos, quizá los grabados exteriores) la fecha de 20800±100  BP que ha entregado una sola muestra de fauna de nuestra excavación y quizá la fecha en torno al 22000 que registra la Unidad Arqueológica 3 de la excavación de Mir
3.  Se documenta también el solutrense por sus fósiles directores (piezas de retoque plano y puntas de escotadura), siendo significativa la similitud de estas últimas con las existentes en la cueva de Chaves, datadas en un 19700 BP, en concordancia con la fecha del 19000 que entregó la excavación del nivel l de Anna Mir. La mayoría de los caballos pintados en rojo podrían corresponder a este momento de ocupación
4. No hay que descartar tampoco la presencia de gentes magdalenienses en la Fuente del Trucho, ya que, junto a la existencia de muy buenos buriles diedros y de truncadura, (comunes por lo demás a otras épocas) se rastrean algunas piezas características. Así raspadores diminutos totalmente circulares propios de la vertiente francesa que, junto a otros unguiformes y las citadas puntas de Teyjat, recuerdan momentos del Magdaleniense Superior-Final; o dos perforadores múltiples, casi en estrella o dos raclettes (no demasiado concluyentes) que irían mejor con momentos más antiguos. Una fecha de TL obtenida sobre un raspador craquelado por el fuego ha dado 13244±945 (MADN-4624) fecha demasiado amplia pero que sirve para confirmar la presencia magdaleniense en el yacimiento. El caballo con despiece en M que recientemente se ha publicado (Ripoll et alii, 2005) (convención que nosotros a simple vista y sin tratamiento digital de imágenes no hemos conseguido ver), reforzaría esta hipótesis.

Una propuesta cronológica para la Fuente del Trucho
En nuestra opinión, el arte parietal de la Fuente del Trucho se enmarca en momentos antiguos del arte paleolítico. En un primer horizonte arcaico, adscribible a un gravetiense, o incluso al auriñaciense a la espera de la datación de las costras que recubren las manos, habría que incluir las representaciones de manos rojas y quizá también las negras, si se aceptara su infraposición a las series lineares de puntos, tema que está en discusión. Estas series, ya sean lineares o complejas y los signos pareados asociados a ellas, no deben separarse demasiado de esta cronología, a juzgar por su posición en el primer horizonte de Llonín y en los paneles arcaicos de la parte terminal de la Garma.
Sería también antigua la cabrita, asociada a manos rojas, según la datación por TL y Uth de ejemplares similares procedentes de la Garma y Pondra. Por la misma razón pudieran ser también arcaicos los signos trilobulados del mismo panel, aunque  no se descarta que éstos pudieran ser posteriores si el trilobulado ojival se superpusiera al caballo listado, algo difícil de precisar.
Entre los caballos, podrían catalogarse en torno al Solutrense medio los dos invertidos que se representan en el panel XII y el de morro alargado del panel VII, con base  en la ausencia de detalles, la curva cervicodorsal muy marcada y la convención de las patas en líneas paralelas abiertas, de acuerdo con la secuencia de Parpalló.
En el último horizonte, del Solutrense Final, se representaría el friso de los caballos listados con despieces y detalles bien marcados todos ellos con similar aire de familia (paneles IV, VI y VII de la numeración de Ripoll y Baldellou).
Todas estas etapas cronológicas tienen su representación en la cultura material que ha entregado la excavación del yacimiento. Es mas, las únicas dataciones absolutas que se poseen, tanto las procedentes de la excavación de Anna Mir, de 22460±150 y 19060±80, como las nuestras (20800±100 y 13244±945) convienen a la perfección a los momentos propuestos para las pinturas. Estaríamos de este modo ante un asentamiento del Paleolítico Superior Inicial al Sur de los Pirineos en una ubicación intermedia entre el poderoso foco de Seriñá en Gerona (La Arbreda, Reclau Viver) y los yacimientos de la Costa Cantábrica, entre los que destaca la cueva del Castillo, con su muy antigua cronología. El yacimiento de la Fuente del Trucho sería así un punto clave en la ocupación de la Península por el primer hombre moderno.
En suma, la cueva de la Fuente del Trucho ha sido visitada reiteradamente por el hombre paleolítico a lo largo de más de 30.000 años: desde el hombre de Neandertal, que no pintó en ella pero sí vivió miles de años, hasta el hombre moderno, quien vivió y pintó durante el Paleolítico Superior Inicial (manos, signos y series de puntos), el Solutrense (caballos) y con dudas en el Magdaleniense (a la espera de comprobar visualmente el caballo con despiece en M).
No cabe duda de que el lugar donde se ubica la Fuente del Trucho pudo tener un carácter especial, sagrado, durante toda la Prehistoria, ya que, como caso excepcional en la Península, se concentran en el mismo barranco el arte paleolítico citado y el arte levantino y esquemático de Arpán, abrigo situado en el mismo barranco a tan sólo 15 minutos a pie de la Fuente del Trucho.
(1). "La industria lítica recuperada por A. Mir en sus excavaciones de los años 70/80, y que con anterioridad había encuadrado en el tecnocomplejo musteriense (Baldellou y Mir 1986; Mir, 1987), chocan con las dataciones AMS efectuadas sobre conjuntos de esquirlas óseas procedentes de aquellas excavaciones, y que le han llevado a modificar sus propuestas de adscripción cultural. Sendas fechas del 19060±80 BP (Unidad Arqueológica 1) y 22460±150 BP (Unidad Arqueológica 3) son ahora explicadas como “unas industrias arcaizantes del Paleolítico Superior, con perduraciones técnicas musterienses, que podrían incluso enlazar con el posterior tecnocomplejo badeguliense” (Mir y Salas 2000: 31). En recientes artículos ya hemos comentado esta anomalía, que atribuimos en parte a la selección de los materiales datados (esquirlas óseas muy dispersas innecesariamente agrupadas con posterioridad en una sola muestra datada por AMS) y a la posible presencia entre ellas de restos de ocupaciones posteriores a la neandertal (Utrilla y Montes, 2007; Montes, Utrilla y Martínez-Bea, 2007). En nuestra opinión la industria lítica de este yacimiento, al menos la que hemos podido consultar en publicaciones y en el propio Museo de Huesca,  es indudablemente musteriense (en su tecnología y en su tipología) mientras que las dataciones concuerdan sospechosamente con las representaciones parietales de esta cavidad,  atribuibles a estas fechas por temática y estilo: las manos, series de puntuaciones y quizá los grabados exteriores cabrían en torno al 22000, mientras que los caballos del estilo II y III del interior encajarían mejor con el 19000BP.
La aparición de una serie de hasta 4 perforaciones, interpretadas primero como encajes de postes (Mir 1987: 20) y posteriormente como pequeños hogares y cubetas recipientes para calentar líquidos (Mir y Salas, 2000: 15) podría explicar estas anomalías ya que se describe que dos de ellas aparecen en los cuadros L2 y J2 (Baldellou y Mir, 1986: 10), cuadros de los que procede parte de la muestra de la Unidad Arqueológica 3, que ofrece la data en torno al 22000 BP (Mir y Salas, 2000:14). La composición del nivel más reciente (LBB) admite la percolación de restos posteriores de forma prácticamente natural dado el carácter suelto de su sedimento formado por bloques angulosos".
Esta nota sobre el trabajo de Mir y Salas hay que leerla con detenimiento, pues aclara y pone de manifiesto la opinión de la autora y de otros investigadores sobre las posibles industrias arcaizantes de las  gentes del Paleolítico Superior que pasaron por la Fuente del Trucho. 
Después del periodo veraniego tenemos la intención de publicar en este Blog, algunas ponencias o parte de ellas, de los cursos de verano relacionados con la Prehistoria que se han impartido en la UNED de Barbastro estos últimos años. 
Barbastro, septiembre 2013. 



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